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Paula M. García
Domingo, 03 de Julio de 2022

La cobardía progre con Marruecos de una izquierda "fantasma"

"Las vidas negras importan", decía la convocatoria de la concentración del pasado viernes "contra las muertes en las fronteras" convocada por los colectivos sociales de Melilla y las comunidades migrantes en la ciudad hermana que buscaban homenajear a los compañeros muertos el 24-J en la valla de Nador-Melilla. Un acto de solidaridad y protesta en una acción coordinada ese mismo día que, en el caso de Ceuta no tuvo una condena explícita y contundente para el país que cometió la atrocidad de la masacre inhumana derivada del apaleamiento de inmigrantes.

 

Es la tónica general de la progresía de este país: nada valientes contra Marruecos. Como tampoco los partidos calificados de promarroquíes locales se muestran contundentes con un país que no respeta los derechos humanos y viola constantemente éstos. Las intervinientes en la concentración, sí dijeron "la inmigración es un derecho y no un delito", sin especificar, en ningún caso, si la ilegalidad de asaltar fronteras es una forma de irrumpir en un territorio sin más mecanismos que portar herramientas de agresión con las que acometen una confrontación agresiva contra los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que velan por nuestra integridad territorial. Bien es verdad que la policía marroquí, llevada de su nulo respeto a los derechos humanos es muy expeditiva y agresiva en sus fórmulas más primarias de contener la inmigración, unos métodos que para Pedro Sánchez son los adecuados, aunque en España tenga la piel más fina para criticar comportamientos menos prehistóricos.

 

Irrumpir en un país para invadirlo de forma ilegal es equiparable a la "ocupación" de aquéllos que dan una pata a nuestra vivienda y se apoderan de ella. En el primer caso es la búsqueda de un mundo mejor y en el segundo una idea muy similar. La legislación española, en el caso de los "Okupas" es proteccionista con la ilegalidad del allanamiento de morada y el derecho a la propiedad: ni la policía ni la guardia civil pueden entrar en nuestro domicilio sin autorización judicial, y los "Okupas" sí pueden entrar en mi vivienda y si cambian el cilindro de la puerta, quedarse en su interior, sin que jueces ni fuerza pública puedan echarlos del interior de forma inmediata. ¿Estamos en el contra verso de las leyes o en la anomalía democrática que dificultan los procedimientos legales en favor de quienes cometen ilegalidad manifiesta?

 

En el programa "Horizonte" tuvimos ocasión de conocer las herramientas que utilizan los inmigrantes para confrontar con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado con un equipo mísero y precario: sin guantes anticorte ni chalecos antibalas, cascos de antaño, mientras los inmigrantes portaban hierros que se utilizan para cortar los candados de la valla (giran los candados y los rompen), barras de hierro oxidadas para dar palos y con una cuchilla incorporada para seccionar los dedos y los nervios de la mano, fabricados exprofeso para cortar los nervios de la mano del guardia que agarre el hierro. Los agentes policiales con una porra no pueden hacer nada, prohibidas las pelotas de goma, las concertinas igualmente prohibidas, quedan desarmados y en franca inferioridad de defensa. 

 

El viernes asistimos a una concentración donde alguna interviniente aludió a que incluir la atención de la OTAN al frente sur es la externización de la misma y la militarización de la frontera. Ni una palabra de recriminación y condena a las mafias que trafican con seres humanos como tampoco a los métodos utilizados por Marruecos. Esta es la izquierda progre que tenemos: cobarde y complaciente con el vecino país, así como con los métodos primitivos y atroces utilizados, mientras que a la vez solicitan derogar la actual Ley de Extranjería para que las fronteras sean un campo sin vallar.

 

Un simulacro patético, cobarde, infame y bochornoso de quienes van de defensa de los derechos de los más vulnerables y entran en contradicción sin recriminar los usos y abuso de un país como Marruecos, con quienes tienen tantos vínculos y dependencias (familiares y de todo tipo de intereses). La concentración del pasado viernes ha supuesto más una puesta en escena sin entrar en profundidad contra los verdaderos culpables de una masacre para la que ya tiene fecha fija en el calendario cada mes: todos los segundos miércoles de cada mes a las 19,30 horas en la Plaza de la Constitución. Ya está servido el justificante de una ideología progre vacía de contenido y sin dirigir su repulsa hacia el causante de tanto horror.

 

Aludiendo a la vulneración de derechos, a la brutalidad de las actuaciones y a la atrocidad de lo vivido, hay que ponerle nombre y apellidos. Marruecos. Sin miedo, sin silencios, sin disimulos. Un grito ahogado por el miedo no se escucha y en este caso, los progresistas, esa izquierda caviar tiene más miedo que "siete viejas". Y silencia lo que nos provoca estupor al común de los mortales. Así le va al país con esa gentuza.

 

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