Lo confieso. No soy nadie. No tengo mi teléfono infectado con Pegasus. Nadie va a extraer de mi nube información clasificada. No tengo tal cosa.

Tampoco soy un independentista condenado por el supremo, así que no me puedo sentir permanentemente ofendido porque el Estado me vigile.

Ni soy un podemita histérico conspiranoico que vive de la permanente afrenta de las cloacas del Estado cuando éste es democrático, y exculpa a las cloacas castristas, chavistas y demás estados dictatoriales, que no sólo espían, si no que liquidan a los disidentes. Por cierto, y al hilo de esto, si están tan permanentemente vigilados, ¿por qué todavía no sabemos quién envió los cartuchos a nombre de Iglesias al Ministerio del Interior en fechas de la campaña electoral? ¿O por qué, a estas alturas, no sabemos quién incendió la sede de Podemos en Cartagena?

Esto se ha convertido en un cómic mucho más divertido que Mortadelo y Filemón: los ofendiditos de siempre impostando una ruptura total con el Estado, que sin embargo no ha cortado en ningún momento la sangría de dinero que nos cuestan sus boutades, y su permanente negación de derechos a quienes no piensan como ellos. Y el Presidente del Consejo de Ministros confesando que a él también le han espiado. Y a la ministra de Defensa.

Hay quién ha sumado dos más dos, y se ha dado cuenta que a Pedro Antonio le espiaron en fechas en las que Marruecos detectó que se estaba amparando al polishario Ghali, después de que (¡oh, casualidad!) el vecino del sur aceptara la amistad con Israel, país que autoriza la venta del software infeccioso.

Y aunque maliciosamente ayer se difundiera que el 99% de la información que le robaron a Sánchez eran selfies (lo cual cuadra bastante con el personaje) no cabe la menor duda de que un Presidente del Gobierno de un país miembro de la OTAN y de la Unión Europea siempre será un objetivo informativo para los Servicios de Inteligencia de cualquier país -especialmente de los países miembros de la OTAN y de Organizaciones Internacionales Occidentales (si no, que le pregunten a Merkel)-. Y por ello, sus Servicios de Seguridad deberían comprobarle el teléfono con frecuencia. Y si no lo hacen, tanto el Presidente, como sus Servicios, son responsables de incumplimiento. Y no cumpliendo con las medidas de seguridad nos ponen en riesgo a todos.

No quiero entrar en el juego político de la oportunidad de la publicación de esa información. Allá cada cual. Pero sí que me importa una cosa, y es que cuando los golpistas montaron el numerito de las rasgadas de vestiduras, Sánchez mandó al ministro Bolaños a negociar con ellos llevando la autorización de servir en bandeja de plata la cabeza de la Directora del CNI.

Que tampoco me llevo a engaño. Un Director/directora de los Servicios de Inteligencia es la típica persona que un Gobierno pone ahí para poder sacrificarla cuando sea necesario. Pero la celeridad de la respuesta y el tipo de oferta me hacen sospechar que el Presidente del Consejo de Ministros del Reino de España asumió que efectivamente el CNI había espiado a los golpistas y que estas escuchas eran ilegales.

Lo cual también cuadra mucho con el personaje, al que no se le puede negar una enorme contumacia en la elección de sus socios, tanto nacionales como internacionales.