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Lucas Castaño
Martes, 26 de Abril de 2022

Aunque la mona se vista de seda, mona se queda

El Partido Popular lleva unos meses de "reestructuración" tras la guerra interna que aconteció en Génova 13 a causa de esa maniobra de difamación contra Isabel Díaz Ayuso, que se planificó, aparentemente, desde el despacho del antiguo secretario general, Teodoro García Egea. Este proceso se ha realizado en un entorno pacífico y ordenado, o por lo menos es lo que tratan de vendernos. El análisis de este proceso debe llevarse a distintos ámbitos, todos ellos importantes, como son el personal y el grupal, ambas esferas llenas de luces y de sombras.

 

Alberto Núñez Feijóo, nacido en Orense en 1961, era el único candidato a la presidencia del Partido Popular con el aparente apoyo de todos los afiliados. Hombre fuerte de los populares, un barón autonómico que lleva desde 2009 recolectando mayorías absolutas en Galicia, feudo popular desde la época de Fraga. Con el líder gallego se nos vende experiencia, gestión y una alternativa al Sanchismo, pero ¿se ajustan estas expectativas a la realidad? Nada más lejos de ella. Feijóo, como presidente de la Xunta, ha sido un cómplice activo de las políticas de segregación lingüística, muy parecidas a las catalanas y vascas, con mayorías absolutas que le permitieron por voluntad propia acercarse a esas posturas más propias del BNG que del Partido Popular.
 

Además, Núñez Feijóo, nos trae recuerdos de ese PP de antaño alejado de la ciudadanía y cercano a las élites políticas corruptas. Podemos destacar esas relaciones con el narco gallego Marcial Dorado, imborrables, que significan un retroceso para el partido. Este tipo de polémicas, de las que nunca ha sido capaz de desligarse el presidente gallego, lo hacen vulnerable ante el socialismo y plasman la gran asignatura pendiente del PP que le da mucha vida a la izquierda radical que nos gobierna. Por otro lado, el nuevo presidente nacional de los populares, no sabe dejar claro cual será su política de pactos, o por lo menos no ha implementado una estrategia única que permita aclarar este punto. Nos habla de pactos de Estado y moderación llegando a acuerdos con el PSOE de Sánchez, y a la vez que pacta con Vox en Castilla y León, eso sí, tratando de no dejar pruebas gráficas del mismo.

 

Alberto Núñez Feijóo, en esa hipotética reestructuración, ha decidido rodearse de caras conocidas, pero que no vienen a implementar un cambio en exceso (yo pondría nítido, claro, diferencial) en la “ruta moderada” que seguía Pablo Casado. Para ello ha contado con personas como Cuca Gamarra o Elías Bendodo, las cuales han estado estrechamente ligadas a la anterior dirección nacional anterior, y a la que no han dudado en dejar en la estacada cuando lo que estaban en juego eran sus propias carreras políticas. ¿Esto es el nuevo PP? ¿Este es el resultado esperado tras la mayor crisis del principal partido de la oposición? ¿A esto se le puede llamar regeneración? La solución que se ha dado a este “nuevo” PP,  no es más que un cuidado paliativo. Un partido que, tarde o temprano, volverá a caer en la desilusión de una formación  con demasiados políticos profesionales, cuyo único objetivo es el beneficio propio, pocos integrantes con principios y altura de miras en los que primen el beneficio de los que les votan y de nuestro país. Algo que hace años que escasea en nuestra esfera política.  

 

“Lo haremos bien”, eso afirman los populares; pero, aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Eso es de lo que está pecando el Partido Popular, de tratar de maquillar a un problema estructural y profundo de forma rápida, sin cuidar los detalles y con muy mal gusto. Intentando esconder las vergüenzas del partido con una capa de mentiras y otra de mediocridad que no se merecen ni sus votantes, ni los españoles; y que, en estos momentos, sólo una presidenta como Isabel Díaz Ayuso habría podido solucionar sin ninguna duda .

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