
Falacias políticas y convulsión social en Ceuta
El engaño o mentira que se esconde bajo algo, en especial cuando se pone de manifiesto su falta de verdad, supone una falacia que, en Ceuta, a nivel político, es de uso y abuso continuado. La pretendida imagen de convivencia que algunos partidos pretenden inculcarnos con machacona y errática persistencia es una forma de conducta que se ha visto desenmascarada durante la Semana de Pasión, Ramadán y Pésaj, primero con el asesinato del joven de 15 años por un tiro certero en el Puente del Quemadero y después con los disturbios consecuencia del mismo en las barriadas de El Príncipe y Los Rosales. Se desbordó la seguridad y se requirieron refuerzos policiales desde la península ante una situación gravísima más propia del terrorismo callejero que de una ciudad de convivencia social.
Ni PP ni, por supuesto PSOE, han condenado de manera contundente y explícita una situación que nos ha llevado a ser noticia nacional por estos atentados a la vida y a la propia convivencia de nuestra ciudad. ¿Dónde quedó esa cohesión social a la que tantas veces aludió Juan Vivas? Por su parte, su compinche Juan Gutiérrez ese "líder" socialista de pacotilla se muestra -como buen basurero-, más preocupado de nimiedades en las barriadas 'periféricas' en vez de afrontar con rigor y seriedad una situación grave de conflicto que afecta directamente a la incapacidad institucional de su delegada del Gobierno que incumple sus funciones de preservar la seguridad ciudadana y a su propio partido que, más allá de las palabras vacías y carentes de contenido de su presidente Pedro Sánchez, nos dejan más desarbolados que una tienda de campaña ante un tsunami.
Lo que se está permitiendo en Ceuta y Melilla es miserable. Se da la espalda a la realidad. Ahora conocemos por "El Debate", periódico digital de nuevo cuño y máximo rigor, que La Estrategia Nacional para las dos ciudades autónomas es inexistente, según un artículo del diputado nacional por Melilla del PP, Fernando Gutiérrez Díaz ded Otazu. Pese a las grandilocuentes paralabras de Sánchez tan aplaudidas por Vivas y sus corifeos tras su última visita a nuestra ciudad por la inminente apertura de la frontera y sus acuerdos con Marruecos sobre el Sáhara a espaldas del Congreso de los Diputados. Algo inédito en la política democrática española.
La Estrategia de Seguridad Nacional aprobada por el Gobierno socialcomunista en diciembre y el Informe anual de Seguridad Nacional (donde se recogen los riesgos y amenazas que se perciben desde Presidencia del Gobierno), "se elude fijar, de manera más o menos precisa, los riesgos o amenazas de los que pudeden ser objeto ambas ciudades", dice "El Debate". En el caso del informe, los riesgos se limitan a la descripción de las incidencias migratorias y sísmicas, evitando hacer referencia a las actuaciones poco amistosas de determinadas autoridades del país vecino.
No parece coherente eludir la sucesión de desencuentros con Marruecos con la consiguiente incertidumbre provocada en la ciudadanía. No se incluyen como marco de referencia los diferentes hitos que han jalonado unas situaciones de conflicto diplomático hispano-marroquí. Estrategia de Seguridad Nacional se limita a constatar que las ciudades autónomas, por su localización geográfica en el continente africano y por la especificidad, española y europea, requieren de una especial atención por parte de la Administración General del Estado para garantizar su seguridad y de sus ciudadanos y el Gobierno se compromete a elaborar un Plan Integral de Seguridad para Ceuta y Melilla, del que nada se sabe en la actualidad, salvo el propósito de realizarlo.
Nada dice la vigente Estrategia de Seguridad Nacional sobre el nuevo escenario que se dibuja en el horizonte inmediato de la reapertura de la frontera ni del proceso en el que se va a desarrollar el mismo. Incertidumbres que mueven a la desconfianza y muy especialmente con la deriva de inseguridad generada en la última semana con la creciente violencia y continuos disparos de esas dos bandas de narcotraficantes que pueden convertir Ceuta en un lugar inhabitable, a menos que se ponga en orden una situación de creciente deterioro social para la que ni PP ni PSOE han tenido palabras de repulsa, más allá de la prudencia solicitada por el portavoz del Gobierno o el mutismo del PSOE, instalado en esa coalición entre quienes deberían ser partidos antípodas y hoy lo son, muy al contrario, muy bien avenidos por intereses económicos y personalísimos.
La convivencia no se quiebra por los discursos políticos de Vox como quieren hacernos ver PP, PSOE, Ceuta Ya o MDyC, con su comportamiento de Voxfobia sino por conductas que atentan gravemente a la seguridad ciudadana e incluso a la vida de las personas. Quien no sea capaz, desde sus responsabilidades institucionales, de poner orden en este ámbito, merece cesar o dimitir por incapacidad manifiesta.
Más allá de celebrar promesas políticas de Pinocho Sánchez o PSOE, hay que reflexionar hasta donde nos han llevado los 22 años de políticas erráticas de Juan Vivas con la consecuencia de su desescalada de escaños y descrédito electoral, y cual ha sido el entreguismo que ha hecho de Ceuta el PSOE con las nacionalidades a marroquíes, desvirtuando la esencia occidental de una ciudad española como la nuestra.
Ceuta no necesita "más de lo mismo", sino zanjar de una vez esta deriva que nos lleva a zozobrar y ahogarnos social y políticamente. La situación no es ya de Estrategia de Seguridad Nacional sino de mera supervivencia social. Evítense falacias y discursos sectarios como cortinas de humo para sembrar confusión y tengamos clarividencia para afrontar la cruda realidad con decisión y rigor. Las palabras se las lleva el viento, pero los hechos son irrefutables. No más mentiras ni discursos sectarios.
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