
Y ahora Malí
Las diferentes misiones militares internacionales en Malí parecen ser las primeras víctimas colaterales de la guerra de Ucrania.
En efecto, si ya a principios de año Francia anunciaba que se reduciría la Operación Barkhane, y finalmente (17 de febrero) su retirada tanto de las fuerzas que estaban implicadas en esa Operación como la Task Force Takuba, fue el pasado 11 de Abril que Josep Borrell anunció que la Unión Europea suspendía (que no anulaba) su misión militar de entrenamiento, la EUTM (European Union Training Mission), cuyo componente principal son tropas españolas.
No son estas tres las únicas fuerzas Internacionales. También está presente en el país la Misión de Naciones Unidas en Mali, la MINUSMA. En la Operación Barkhane se integraban igualmente fuerzas enviadas por el ECOWAS -o CEDEAO- (Comunidad Económica de Estados del África Occidental).
Vamos a poner un poco de orden en todo esto.
Desde el pasado 24 de Mayo, gobierna el país una Junta militar que derrocó a su vez a un gobierno de componente civil que subió al poder como consecuencia de un golpe de estado militar el 18 de agosto de 2020, el cual acabó con el gobierno surgido de un anterior golpe de estado en 2012. Sencillo, ¿no? Este golpe de 2012 fue consecuencia de la rebelión Tuareg que llegó a declarar independiente una parte del país: las regiones de Gao, Tombuctú y Kidal, que son fronterizas con Burkina Fasso y Níger.
Esta parte, presuntamente independiente, además se vio inmersa en una guerra entre facciones con resultado favorable para las organizaciones islamistas. Así que, en 2013, Francia decidió intervenir para combatir el terrorismo.
La verdad es que lo justificaron muy bien, porque -al poco- ya había varios países, principalmente europeos, implicados en una operación de estabilización del Sahel. Los estadounidenses no participaron salvo en algunas cuestiones limitadas.
Sin embargo, la Operación Barkhane, que lideraba Francia, paraguas bajo el cual otros países desplegaron tropas, se ha encontrado recientemente con la hostilidad de parte de la población de Mali, Níger y Burkina Fasso, con varias desavenencias por parte de la nueva Junta Militar y, sobre todo, con la cada vez más importante presencia rusa de la que Francia, además, destaca el despliegue de miembros del “grupo Wagner” -compañía privada de seguridad que es considerada como un ejército mercenario-.
A Wagner se le achaca recientemente una operación militar en la localidad de Moura –en el centro del país- que habría causado más de 350 bajas entre civiles y yihadistas, y que ha sido el detonante, o la excusa, para que Borrell anunciara la suspensión de la EUTM, al menos en Mali.
Ya Francia, en enero de los corrientes, denunció que las compañías privadas rusas estaban saqueando los recursos mineros del país.
Uno puede hacer la lectura de que los franceses, que nos embarcaron a los restantes europeos en esta operación en contra del terrorismo, no tenían más interés en la zona que la estabilización de los países. Lo cual resulta no sólo respetable, si no también digno de respaldo. Pero a lo mejor tiene algo que ver que la explotación de las minas de uranio de la zona fronteriza Niger-Mali sea la compañía multinacional francesa “Areva”. A lo mejor, los estadounidenses lo sospechaban, y por eso no se sumaron a la iniciativa, dejando todo esto en un asunto franco-francés. Tampoco parece tener importancia que la principal exportación de Mali sea el oro, que hoy día es tan necesario para Rusia.
Pero Rusia saquea y Francia obtiene legítimamente los recursos.
Ya con la perspectiva del tiempo, todo este asunto del golpe de estado del año pasado -dado por el entonces vicepresidente del país- y el incremento de la presencia rusa en el país tiene una relación causa-efecto y por supuesto Rusia sabía que se iba a provocar una salida de Francia y la Unión Europea (que tanto da) del escenario.
En resumen, nos encontramos con un movimiento claro de influencias en un nuevo escenario de guerra fría agravado por la situación de guerra real en Ucrania.
A Europa, desde luego, no le interesa abrir un nuevo frente. Así que se ha decidido una salida airosa –que no suene a derrota y a la quasi falsedad de los argumentos esgrimidos para el despliegue militar-: no podemos vernos involucrados en las actividades de estos mercenarios, así que nos vamos.
Y en plena época de recuperación de la energía atómica, para no depender del gas y del petróleo rusos, los rusos empiezan a controlar la obtención del uranio.
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