El grupo vendido a las tesis de Marruecos ("por sus obras los conoceréis", decía el pasaje bíblico), ha irrumpido a nivel institucional con unos mensajes aparentemente revestidos de "convivencia", "integración" o "cohesión social" que no son tales. Todas sus propuestas van encaminadas a lavarnos el cerebro para que Ceuta sea cada vez más Marruecos y menos España. Y para ello, el PP es cómplice necesario cambiando subvenciones sociocomunistas sin el menor rubor, por la pleitesía y sometimiento a un socialismo que destruye España y que cuenta con Juan Vivas en Ceuta como el nuevo Conde Don Julián local. En su epitafio político o no, Juan Vivas se esfuerza con ahínco en sumarse a la gran corte promarroquí socialista: recuerden el alcalde chilaba, por razones obvias (socialista); también hagan memoria con las nacionalidades regaladas a marroquíes en los gobiernos de Felipe González en estrecha colaboración con la Delegación del Gobierno socialista de la época, que causó estragos convirtiendo en españoles (además de a los que realmente por justicia les correspondía), con muy pocas exigencias garantistas para serlo, a toda una caterva de marroquíes, que acudían a Ceuta como las moscas a un rico pastel en busca de beneficios sociales y subvenciones de todo tipo para abandonar las miserias del otro lado de la frontera.

En la actualidad, Juan Vivas ha corregido y aumentado este proceso marroquinizador por mantenerse en la poltrona aún a sabiendas que causa un daño irreparable a Ceuta y los ceutíes, que ven en él un traidor a las esencias españolas "caballas".

Si del PSOE se puede esperar todo, incluida la entrega de Ceuta a Marruecos, del PP se tenía otra visión desde que Aznar expulsó de la Isla de Perejil a los nuevos "colonizadores" que ejercían la habitual política de hechos consumados a la que nos tiene acostumbrados el sátrapa marroquí.

En las apetencias del poder por el poder o de la poltrona por mantenerse en el sillón a cualquier precio, Juan Vivas se une al PSOE (un habitual del entreguismo de Ceuta y de la traición como norma de conducta), MDyC  propalando su radicalismo endémico y el procesado Mohamed Ali ahora en anuncio de retirada política con su Caballas, encontraron una oportunidad pintiparada para doblegar al PP y, con Pablo Casado silencioso y haciendo mutis por el foro en plan Don Tancredo (pensando en llegar en patinete a la Moncloa con la oposición tan esperpéntica que realiza y los consentimientos a Vivas sin enmendar), se han venido arriba y dominan de cabo a rabo una institución pública que se parece más al ‘Corral de la Pacheca’ (no por los espectáculos, que también, sino por ese protagonismo vergonzoso de los enemigos de Ceuta y España) que a una Asamblea de una Ciudad Autónoma, donde Juan Vivas se ha encargado de dinamitar los procedimientos democráticos a su buen saber y entender en un reiterado esperpento de conducta dócil a quienes sirve y le tienen como rehén por sus ambiciones de permanencia en el gobierno local.

Manuel Hernández, amortizado políticamente desde su anuncio en campaña electoral del 2019 recomendando acoger a un MENA a nivel familiar entre los ceutíes (¿era asunto incorporado a su programa electoral o solo fue una soflama como payasada política?), tiene ahora a un relevo al que había que preguntarle si es conocedor o recuerda a algún empresario hoy metido a político y ocupando escaño en la sala de Plenos, con altas ambiciones para alcanzar la ‘Teoría de Peter’ que hace unos años tuvo una empresa con trabajadores ilegales y fue sancionado por la Inspección de Trabajo, cerrando la misma a posteriori y abriendo otra a nombre de un familiar.

Resulta que en Ceuta, para bien y para mal (en este caso para muy mal), nos conocemos todos y el pasado amenazante siempre vuelve. Entiendo que hay que ser ignorante y atrevido entrar en política sin tener el techo de cristal y luego exponerse a que revierta un pasado turbio. Si el pasado siempre vuelve y pasa facturas, no hay que adentrarse en el rumbo a lo desconocido. La osadía de algunos los lleva a tal grado de ambición que no calculan sus límites y pierden la perspectiva y el sentido de la medida. 

La moralidad es un principio básico para manejarse con honorabilidad pero en esta Ceuta nuestra donde se da carta de naturaleza al narcotraficante o se viene tolerando el chantaje de esos desertores del arado y pese a su analfabetismo van por ahí mostrando fotos y grabaciones a los políticos en el poder para extorsionarlos por escenas de excesos robadas en esas noches de "farra", convertimos la putrefacta sociedad que algunos impresentables maneja, en caldo de cultivo para obtener prebendas como intercambio miserable a escenas comprometidas.

Trace y las compras de las naves en el Tarajal, las adjudicaciones mil, siempre van a los mismos bolsillos de los mismos beneficiarios como si fueran señalados por la varita mágica de la suerte. ¿Para que van a reclamar días festivos para su comunidad si se están llenando los bolsillos de todo lo que vomita el "Becerro de oro" institucional?

Otros ejercen su influencia para acaparar votos cautivos y así obtener sus privilegios a conservar. En esta sociedad ceutí bananera, el enemigo a batir es Vox que parece encarnar al mismísimo diablo, porque pone en peligro los excesos y manipulaciones que nos quieren inocular como esa vacuna perversa que induce a lograr una "moral debilitada" que si no haces lo que ellos dicen, o eres un "facha" o "fascista" (como dijo Fátima Hamed, promarroquí declarada en sus actuaciones y radical en sus planteamientos), o como Rontomé (conocido también como "Cuentomé") impartiendo doctrina. Él que ha tenido empresa propia para facturar a su PP del alma, criticólogo tertuliano antaño de Vivas y que ahora es uno de los privilegiados "palmeros" (nada que ver el término con la isla de la Palma), del propio Juan.

La denominada "saga marroquinizadora de Ceuta", es un compendio de partidos protagonizando un contubernio, en este caso no judeo-masónico" sino algo peor y de gran trascendencia histórica: la entrega de Ceuta a tesis marroquíes con el respaldo institucional que alarma a gentes de la península que se preguntan:"¿Pero en Ceuta no hay españoles que se levanten contra el atentado a la españolidad?".

En toda esta vorágine de despropósitos, supongo que, a estas alturas de su indecencia política, Juan Vivas ya no estará tan preocupado como antes a la pérdida de arraigo de la población ceutí, tras la invasión del 17 y 18 de mayo pasados. ¿Ha reflexionado que ya son muchísimos los ceutíes que ven a Ceuta entregada a Marruecos y que preparan las maletas para marcharse? ¿Se ha preguntado el Gobierno local y su "troupe" colaboracionista con la marroquinización local si las viviendas de Ceuta se han depreciado tras la invasión y los precios han bajado? Ellos tan proclives a la petición de informes, que pregunten...

Se impone la reflexión sobre estas cuestiones, convencerse de que Vox no está diciendo ningún disparate ni falacia, que los enemigos de Ceuta y de España están en otras bancadas y que nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino o con el costumbrismo marroquí impuesto por Decreto del señor Vivas o por los votos cautivos de los grandes traidores de este pueblo, de los vendepatrias, los políticos esperanzados en la amnesia electoral del votante y su pérdida de memoria y que, llegado el día de las elecciones, se olviden todas estas tropelías que cometen y que han de estar grabadas a sangre y fuego en nosotros para que paguen el alto precio que su conciencias promarroquí merecen.

Ceuta es tradicionalmente pasiva en cuestión de reivindicaciones. Aquí el colectivo musulmán se manifiesta por Palestina o contra Vox, con gente "importada" de Marruecos, pero los ceutíes de "pura cepa" no son capaces de reivindicar la subida del precio de las navieras ni tan siquiera nuestra españolidad, como ya se demostró tras la invasión del 17 y 18 de mayo en la Plaza de los Reyes.

Sin embargo, cuando se vaya a votar, hay que hacerlo en conciencia: o españolidad o marroquinización. O vivir en Ceuta o hacer las maletas. O España o Marruecos, he ahí el dilema. La decisión ha de estar marcada por un voto para perpetuar a los que ahora nos quieren someter o expulsarlos a su casa, eso sí, democráticamente. 

Decía Felipe González que cuando se mete la pata lo más oportuno es sacarla cuanto antes. Aquí, en Ceuta, son muchos los políticos que no tienen en cuenta esta recomendación. Y han de pagarlo en las urnas. En caso contrario el precio que pagaremos sea muy caro. Tanto que Ceuta puede pasar a la historia como una ciudad que renunció a sus principios y esencias en las urnas.