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Tato Ferrer
Miércoles, 04 de Agosto de 2021

¡Menos lobos con Ceuta!

De paños calientes ya vale, ya está bien. O se cambia de una actitud de contemplaciones, o caminar por calle Real, con la cabeza bien alta, va a ser materia reservada para unos pocos. Se hace necesario enseñar los dientes.

 

La utilización de Ceuta por todos no es de recibo.

 

Se sale ante la opinión pública amenazando con la exigencia de una rectificación. Que sus socios naturales de espacio ideológico, hagan cambiar ipso facto el sentido de una votación sobre la que hay mucha tela que cortar.

 

Se podrá estar en desacuerdo. Se podrá opinar. De ahí a que el ayuntamiento se pronuncie con la etiqueta, va un abismo. Sobre todo, cuando su postura, a lo largo de los años, ha sido la de mirar, y volver a mirar, hacia otro lado, con los temas esenciales de la ciudad.   

 

Se deberían de haber catalogados en su calidad de bellacos, a todos y cada uno de los alcaldes y presidentes del Gobierno, que han contribuido a que Ceuta sea lo que es: una ciudad hundida, el culo del mundo.

 

Es la enorme ventaja del sistema político de las autonomías y esos dos proyectos, bien materializados a los efectos del vivir.

 

Se pasan el día en Madrid.

 

Eso sí, se han configurado una serie de estados dentro del estado, a cuál con más cargos y sueldazos. En su proporción de densidad, Ceuta… de trasero, nada.

Se van hasta Salamanca, una escapada, una excursión. Podrían haberse animado hasta Ceuta (en esa promoción que pagamos para que nos visiten), por la feria de agosto (otro ejemplo sangrante de decaída), que el maldito virus ha vuelto a aguar. Para que se den un baño de aplausos.


Las colas del hambre, ese número elevado de parados, más de 12.000 ceutíes sin un trabajo (ya veremos después del verano),  no va con ellos. Viven en el nivel de las autonomías bien pagadas, como la canción.
Ceuta y ese pulso con voz que se ha quedado sin sonido, sin tono, y deben corregir en evitación de que se pueda pensar que mucha palabrería.

 

Ahora bien, dónde se pongan otros intereses. Nuestra ciudad es una especie de moneda de cambio sólo a los efectos de hacer ruidos tibios, pocas nueces.
Es hora de la coherencia. Si se sale ante la opinión pública, con la advertencia, con el mensaje de urgencia de rectificación.  O la retirada de cualquier tipo de apoyos nacionales, queda suspendida sine die.

 

No valen, no deberían darse las medias tintas. Las salidas y entradas que no van, para nada, con la hora. La hora de morder en el nivel de exigencias. Eso de que las relaciones ya se irán arreglando, para el libro de las boberías.

 

Que se me disculpe la falta de atención de la actualidad, que dejó de interesarme en su detalle, con la comprensión de la mentira de la democracia, no llego alcanzar a vislumbrar el alcance de haber puesto la voz en el cielo, cuando el estado civil sigue siendo el de casado.

 

De buen agrado acepto corrección del estado de cosas. Es decir, que se me rectifique y se me diga en tiempo, día y hora, cuándo se va a dar la vuelta a la tortilla. O casados o divorciados for ever.

 

No solamente retirar apoyos puntuales, en su caso, en Ceuta. En la Península, también. Eso de que en septiembre nos tomamos un café, quitando hierro, como si aquí no hubiera pasado nada que la indecencia no pueda disculpar.

 

“DICEBAMUS HESTERNA DIE”

 

A Salamanca no hacía falta ir a repetir la cantinela. Lo de… “la situación de Ceuta es insostenible”.  O…” si no se pone remedio de manera urgente a Ceuta, el daño será irreparable”.

 

Con haber citado a Fray Luis de León. “Como decíamos ayer”.

 

Todo lo escrito tampoco debería ser materia de difícil resolución. De un lado, donde dije digo, digo Diego. De otro, ponerse a cantar, mirando hacía la Gran Vía, la calle más corta, más cara de España, (un poco de lluvia no vendría mal, aunque poca, que está la cosa de diluvios), ese bolero romántico: “Si tú me dices ven, lo dejo todo”. 

 

La calle más corta, más cara, de nuestro país.

 

Durante casi toda la vida, las navieras han estado cobrando el billete de barco más caro, en la travesía más corta del mundo, en su forma particular de fomentar el turismo de Ceuta.

 

El ayuntamiento estaba distraído, ocupado, con asuntos serios. Con esos precios desorbitados, a nuestra ciudad llegó un anticipo de democracia, durante 5 años. Luego ya no tendría recursos para poder subirse al barco desde Algeciras.

 

Después de 5 años, la democracia que llegó a alcanzar tierra, la costa ceutí, se vio obligada, a montarse en la caravana del éxodo. En el país, en general, la calidad democrática fue penosa, lamentable, de dictadura encubierta.

 

En cierta ocasión, se barajó la posibilidad de adquirir un buque por el ayuntamiento, con el propósito de que los barcos bajaran los precios. La idea fue al fondo del mar estrecho, afortunadamente.  Las navieras se encargaron de torpedear. Retiraron, quitaron, su publicidad, del barco de papel. Venganza pobre.    

La opinión de Ceuta Ahora se refleja únicamente en sus editoriales. La libertad de expresión, la libertad en general, es una máxima de filosofía de este medio que puede compartir o no las opiniones de sus articulistas

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