
Chaos
No. No es un error. El título está deliberadamente puesto así, tal y como se escribe en la película protagonizada por Jason Statham. Porque esta es la sensación que tengo estos días desde la finalización del Estado de Alarma.
Reflexionando. Teníamos un único Estado de Alarma, “subcontratado” a las diecisiete más dos autonomías. Si ya en casa propia cuesta poner de acuerdo a los miembros de la unidad familiar, imagino lo que será poner de acuerdo a diecinueve representantes de la soberanía popular regional o local. Máxime cuando a la simple inspección de la figura se da uno cuenta de que incluso en los Gobiernos de coalición -póngase un ejemplo en Andalucía- cada coaligado campa por sus respetos. Incluso cada Consejero también. Y claro, para lo que supone la libertad de movimientos uno se podía encontrar las más variadas opciones. Me parece recordar que estaban todas contempladas a la vez.
Bueno, pues no contentos con eso, desaparece el Estado de Alarma, pero se siente la necesidad de seguir limitando derechos a los sufridos ciudadanos. Pero hay quién se llama ”Andana” y decide que cada uno arregle el problema como Dios le dé a entender, y se queda en manos de las decisiones judiciales.
Ustedes me perdonarán, pero creo que es la versión más actualizada de la “maldición gitana”, aquélla de “juicios tengas…”
Y entonces, pasa lo que pasa. Que en cada territorio, los jueces dictan sentencias diecisiete-mas-dos veces diferentes. E incluso, rizando el rizo, en una misma Autonomía parece haber dos resoluciones contradictorias.
¡Ah!, pero ¿es que se veía venir? Entonces… ¿por qué se ha hecho así?
De ahí la analogía con la película mencionada. Porque cabe pensar que el pretendido caos no es sino un montaje (conspiración, le dicen ahora) para que al final los organizadores del atraco puedan sacar beneficio.
Y mientras ustedes y yo nos preguntamos que cómo es posible que para cambiar de un lugar a otro debamos estar permanentemente conectados a internet, nos olvidamos de hacernos la pegunta clave: ¿qui prodest?
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