
La doble vara de medir y el verdadero poder
Asistimos a unos tiempos difíciles en los que desafortunadamente carecemos de líderes que preserven la integridad, la dignidad y el sentido común. ¡Qué mala época ésta!. Son muchísismos los ejemplos que pondrían en valor esta aseveración. Los hay a nivel nacional con detalles prácticamente cada día desde la llegada al poder de este PSOE que no reconocen sus históricos líderes de los 80-90... ese Partido Socialista Obrero que si se le reconocía el apellido de Español... Pero también hay ejemplos varios a nivel local.
Ayer se conoció que la 'Generalidad' de Cataluña, a sabiendas, dejó de lado a los funcionarios de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado desplegados en la región catalana en 'su' Plan de Vacunación', que se suponía debía seguir la línea de la Estrategia Nacional planteada. Mientras los 'Mozos de Escuadra' han sido vacunados en más de un 70% del grueso funcionarial, los Policías Nacionales y Guardias Civiles han sido convenientemente olvidados en una clara muestra supremacista de los independistas catalanes, de una clara muestra de racismo anti español y que han sido contestados con el silencio cómplice del Ministerio del Interior del lamentable Marlaska y con una mínima respuesta del Gobierno que decide asumir la vacunación de sus funcionarios sin más comentarios, vaya que se molesten los 'antiespañoles' que le sostienen en el Poder Legislativo , en los que se apoyan para continuar aún perdiendo la dignidad y la integridad. Eso dá igual.
En Ceuta, la singularidad es la bandera que se enarbola desde hace décadas. Acostumbrada al negocio y al poder de ciertos empresarios (cada época han tenido los suyos), la realidad es que la política, a falta de una tutela fuerte del Gobierno de la Nación -sólo se conoció en la primera época del Gobierno Aznar- ha quedado como instrumento del poder empresarial -el carro tirando de los bueyes-.
Pongan nombres, familias... no sólo en la actualidad, que éstos no hacen sino seguir las dinámicas que otros antes ya realizaban décadas atrás, desde los 80. El rancio abolengo es lo que tiene, las relaciones tras las cortinas son así. Los políticos que tras una victoria electoral acuden a hurtadillas a cenas particulares en los domicilios de los próceres empresariales, dejan claras muestras de la falta de independencia política que se afrontará en determinadas cuestiones. Son los pactos de no agresión.
El poder político está en mano del poder empresarial, del looby ceutí que en cada época se ha conformado, y en este nuevo siglo también existe. Si no formas parte de esa élite, de ese club de privilegios, no tienes nada que hacer. La escasa capacidad de una economía productiva en la ciudad tiene directa relación con estas circunstancias. Un Gobierno, plegado por la agarrada de gónadas que soporta, es incapaz de promover cualquier actividad de futuro que no sea del gusto de aquellos que se sienten con el verdadero control, porque están incrustados tanto en el Ejecutivo como en la oposición, a los que movilizan a su antojo según se necesite.
La Política está contaminada, ha perdido su integridad y su dignidad. Unos están en los carteles pero los importantes ni aparecen, están detrás manejando.
Tanto en la política nacional como en la local, la doble vara de medir nos aboca a los ciudadanos a ser los estúpidos necesarios que se usan según se convenga para la pervivencia de los señores que se encuentran en la cima del poder, los que están por encima de la política, los que realmente controlan, los que realmente manejan los hilos y el poder.
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