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Paula M. García
Viernes, 26 de Marzo de 2021

Lopera-Guerrero: dos caras del mismo caso

"Somos el país de no sabemos lo que tenemos". Una frase que José Coronado pronuncia en la publicidad de una marca de aceite y que es trasladable al mundo de la política, aunque no en el sentido positivo que refiere el actor de la serie televisiva "El Príncipe" sino todo lo contrario. Desde luego, "no sabemos lo que tenemos", porque hay tanto desvarío, contradicción, falta de principios, que nos imbuimos en una vorágine de despropósitos sin solución de continuidad. Así, tenemos un PP y un PSOE que son iguales. Ambos escenifican enfrentamientos que no son tales en la realidad y traicionan a su electorado sin inmutarse, utilizando sus votos como un cheque en blanco. ¿Quién se cree que los votantes del PP dieron su confianza a los "peperos" para que sirvieran a los socialistas de "muleta" o viceversa? Se actúa sin recato, alejados de la más mínima sensación de pudor. PP y PSOE utilizan al electorado sin el menor recato. Son meros instrumentos para alcanzar sus objetivos espurios. Y ejemplos, los hay de ambos colores: azules y rojos.

 

Las ideologías han quedado como el recuerdo de una noche de verano, un mero referente para los nostálgicos y una excusa propicia para ejercer la supremacía pseudoideológica para "adoctrinar" sin escrúpulos.

 

Vamos a los hechos concretos y a la realidad pura y dura. Y tenemos un gran exponente en la delegada del Gobierno y en el director territorial del INGESA, Jesús Lopera. Cuestionado sobre su moralidad y ética por "colarse" en el procedimiento de vacunación -según los sindicatos CC.OO y CSIF-, que ha sido "recompensado" con una distinción cuya honorabilidad viene precedida por un clamor en su contra del sector sindical. Primero se ocultó por parte del INGESA si se había vacunado o no Lopera, jugando a los acertijos y protegiendo, desde la institución, su interés personal. Después, la delegada del Gobierno sale en su defensa, diciendo sin pudor que debió vacunarse antes, además por si no fuera suficiente, el PSOE de ese "líder" Manuel Hernández, tras reclamar una Comisión de Investigación, se desdice ( una vez más) y justifica el bochornoso escenario político, poniendo un "filtro" al protegido de Salvadora Mateos: como la Fiscalía investiga el "caso vacunas", no cabe la Comisión de Investigación. El PP como palmero del PSOE acepta, pese a que obligó a dimitir a su consejero de Sanidad, Javier Guerrero, por el mismo hecho que ahora quieren dejar impune.

 

En esta ceremonia de la confusión y la manipulación más torticera, se quiere convertir en héroe a Lopera y ya se le dio el papel de villano a Guerrero. Dos médicos, aunque el PSOE ha impuesto (¿ forma también parte del pacto de la "purga" socialista que han llevado a la institución de la Ciudad?) un tratamiento desigual entre el "socialisto" y el "pepero". Así se humilla y doblega Juan Vivas por mantenerse en la poltrona, cediendo con indignidad a los caprichos de un PSOE dispuesto a todo para llevar al PP (con el melífluo Vivas a la cabeza), a la deshonra con las continuas trágalas a las que lo someten.

 

El PP está escribiendo una patética y estrambótica página de vergonzoso sometimiento a su adversario natural, poniendo precio a esa indignidad: el valor de una poltrona a la que se aferra Juan Vivas y los suyos, pasando por todo. Prefieren la humillación pública a irse a su casa, prefieren "gobernar" de rodillas a caer de pie, se sienten cómodos en un poder ficticio bajo vigilancia del PSOE y demuestran un estómago a prueba de bomba para hacer la digestión de todos los ladrillos que le hacen digerir los socialistas de Manuel Hernández y de la "Okupa". Y en este ambiente de desverguenza y sometimiento, el PP de Juan Vivas claudica muy dócil arrastrándose por el barro de la indignidad.

 

Si todo tiene un precio, Juan Vivas está demostrando cual es el suyo y bien que se merece pagarlo en las urnas en las próximas elecciones. No es aceptable tanta miseria y, menos, que los votos leales de su electorado los utilice como salvoconducto para sus manejos y componendas. En la vida, todo no vale. Tal vez en la política, algunos consideren que sí, pero no a costa de los demás. Por ello, la traición al electorado, también tiene un precio y el PP ha de pagar su diezmo electoral. Tiempo al tiempo. No conviene perder la memoria de todo lo que está pasando a nuestro alrededor.

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