Ya. No me digan ustedes que estemos ahora haciendo fotos en Marte y que aquí las coordenadas geodésicas 40.41º N -3.70º O sean las que marquen las fotos de referencia de la península más importante del mundo mundial. Supongo que todo el mundo sabe que en esa posición se encuentra Madrid en el mundo.

Nuestro mundo es pequeño. Ha implosionado hasta tener el tamaño de nuestro ombligo. Como si no pasara nada, o que nada pasase entre nosotros.

Veamos..., eso que se llama “coronanosequé” lleva 73.000 muertos y más de tres millones de infectados. Pero las personas y los personos que dirigen nuestra política juegan a eso que hacíamos de niños que consistía en dar vueltas alrededor de unas sillas situadas en círculo para ver quién, en un momento dado, se quedaba sin una: ¡Isabel, ha sido Isabel! Hala, a llorar de rabia a la esquina. Luego, vuelta y vuelta y…¡Pablo, ha sido Pablo!, se gritaba con estridencia señalando a quien se quedaba sin aposento. Después, se reiniciaban las vueltas y ¡Teresa, ha sido Teresa! Y así hasta que se quedaba con la última silla el Manolón, que además de ser el más grande era el que menos corría, pero siempre tenía la suerte de encontrar junto a él una silla en todos los momentos del juego.

Esa diversión duraba lo que duraba, porque era un juego. Pero ahora las sillas son un negocio con pasta. Y no sólo no hace gracia perder, sino que se hacen trampas, como puede ser llenar de caramelos el bolsillo del que toca el pito y da la orden de sentarse.

No hemos cambiado mucho, pero el juego de las sillas siendo ya mayores jode un montón. Bueno, en realidad, lo peor es darse cuenta que el juego ya tiene asesores, subdirectores, vicesecretarios y porrón de gente más marcando estrategias en lo que no deja de ser dar vueltas a lo mismo.

Entre los agujeros negros que hemos sorteado hasta llegar a Marte y el “parvulismo” congelado de nuestra política peninsular y terráquea me da que, al final, el juego se va a acabar cuando los niños de hoy saquen billete para el espacio. Ese espacio que no hemos conseguido darles aquí por culpa de las sillas.