
Del amor entre el periodismo y la política (y otras batallas)
Hace unos años, cuando trabajaba en una redacción ceutí de cuyo nombre no quiero acordarme, mi compañero (y con el tiempo amigo) fotógrafo y yo vimos como la policía hacía devoluciones en caliente. El susodicho fotógrafo tomó las fotos y una servidora se las enseñó al líder de la oposición que entonces reinaba. Dicha oposición, con la que yo me alineaba en ideales, hizo caso omiso. Y aquellas personas inmigrantes siguieron siendo devueltas de la misma violenta manera.
Pero no muchas semanas después, la noticia saltó a la palestra nacional, y ya sabemos en Ceuta que lo que digan en Madrid va a misa. Así que aquel político saltó a los medios diciendo que no sabía que aquellas devoluciones se estaban produciendo y que iba a mirarlo y blablabla... Mi cara de asombrada imagínense (era una periodista joven e ingenua entonces), el político negaba saberlo cuando yo misma le había enseñado las fotos, y ahora alardeaba de solucionar algo que apenas semanas previas había ignorado. Ese fue uno de mis primeros desengaños con la política.
Pero no mucho después tuve otro desengaño con el mismo partido, que aún así -confieso- lo voté en las últimas elecciones. Yo, periodista muy aplicada en la carrera, tenía las conversaciones que ellos negaban grabadas en mi grabadora pero mi entonces jefa (y también amiga... y maestra en las artes periodísticas) me dijo que no peleara, que no merecía la pena, que era una lucha política... Que ella sabía que lo que ya había escrito era cierto, sin necesidad de escuchar aquellos audios. Me sentí defraudada y sumé la derrota a mi mochila de joven periodista que poco a poco iba perdiendo no las ganas, pero sí la ingenuidad.
Con los años me fuí de Ceuta pero seguí vinculada y trabajando en la prensa local caballa. El periodismo y la política son tan amantes que de tanto roce se queman. Hacer mejor o peor el trabajo en un medio, ya sea prensa, tele, radio... Apostar por buenos contenidos, lograr mejores técnicas en tu medio, conseguir (por fin) un ambiente agradable entre tus trabajadores... no te garantizan que el puesto siga siendo tuyo. Mantenerse en los medios es más (otra vez) una cuestión de acuerdos políticos.
He perdido ingenuidad digo (¡y menos mal!) y aún así, siguen sorprendiéndome algunos movimientos político-periodísticos, fichajes, ceses, cambios... que bajo la marca “empresa periodística” camufla la marca “acuerdo político”. No hace falta más que ver la amplísima filmografía, Caso Watergate pa´lante, Caso Watergate pa´atrás, que tenemos sobre periodismo y política. O aún más cerca, basta con mirar a nuestro alrededor. Yo seguiré escribiendo e intentando si no bien mantenerme fija a mi ingenuidad, sí a mis ideales. Y que cada cual haga, si quiere, lo mismo, aunque sepa que ser fiel puede salir caro. Sé que hay buenos periodistas entre los compañeros de la ciudad, aún cuando sean despedidos. Y a buen entendedor, pocas palabras bastan. Brindo por el buen periodismo, por los buenos periodistas, y por los buenos (si es que los hay) políticos.
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