Schengen
El elemento clave que explica la situación de la frontera de España con Marruecos en Ceuta, es la excepción introducida en el momento de la incorporación de España al tratado de Schengen. Este tratado implica, de forma muy resumida, que los países firmantes se comprometen a reforzar sus fronteras exteriores con los países terceros, a cambio de la supresión de las fronteras interiores. Es decir, que una vez que se accede a través de una frontera exterior a cualquiera de los países firmantes, se puede circular libremente por todos ellos. En el caso de Ceuta (y en el de Melilla), la frontera exterior es, además, la única terrestre en el continente africano, pues el resto lo son con la Europa del Este y Turquía. También son fronteras los puertos y aeropuertos, a los que llegan ciudadanos de cualquier parte del mundo. En el caso de los países africanos, para acceder al territorio Schengen no es suficiente con el pasaporte, sino que además es necesaria la obtención previa de un visado en embajadas u oficinas consulares.
Sin embargo, en el caso de Ceuta se estableció una excepción: los ciudadanos marroquíes de la provincia de Tetuán pueden acceder a Ceuta sólo con pasaporte en vigor, sin visado, y los del resto de Marruecos pueden obtener visados sólo para Ceuta que les permiten múltiples entradas y salidas. En esa decisión, tomada para mantener el “pequeño tráfico fronterizo” a principios de los años noventa del pasado siglo, está el origen de los problemas actuales, al adquirir dicho tráfico una dimensión desproporcionada, provocada por la enorme diferencia de nivel de vida a un lado y otro de la frontera, que ha hecho que cientos de miles de marroquíes se hayan instalado en la provincia de Tetuán, atraídos por la posibilidad de acceder a Ceuta sin visado y dedicarse al porteo, a encontrar empleo, tanto legal (excepción) como sumergido (regla), a obtener prestaciones sociales, sanitarias o educativas (menas), a rebuscar en los contenedores, a delinquir o, simplemente, a asentarse ilegalmente en la ciudad. También hay un número creciente de personas que vienen a consumir en nuestros establecimientos comerciales y hosteleros, sin que sea posible diferenciarlos en frontera de los demás, pues la regla es la misma para todos (no puede ser de otra manera, de lo contrario serían leyes discriminatorias).
La excepción Schengen tiene también consecuencias para los ceutíes, pues traslada el control fronterizo a puerto y helipuerto: si hay un “boquete legal” por la que acceden a nuestro territorio ciudadanos sin visado, el control de ese visado hay que hacerlo a todo el que sale de Ceuta hacia la península. Esa es la causa de que al acceder al barco o helicóptero tengamos que mostrar nuestro pasaporte, lo que no sería necesario sin la excepción, pues la frontera exterior estaría únicamente en el Tarajal. Que nos revisen el maletero es también consecuencia de otra excepción: la de estar fuera del territorio aduanero europeo, pero de eso hablaremos otro día.
Como resultado de todo lo anterior, la consecuencia es el colapso fronterizo y la insostenibilidad de Ceuta a no muy largo plazo. Y no es sólo una cuestión de medios, que también. Yo he reconocido en múltiples ocasiones que el Estado no ha hecho los deberes en cuanto a medios (humanos, tecnológicos y materiales) en la frontera, pero el problema de fondo no es de gestión, sino de dimensión: el pequeño territorio de Ceuta no puede soportar la enorme afluencia de personas originada por la excepción Schengen, que debe ser eliminada y sustituida por una política inteligente (si me permiten el oxímoron) de concesión de visados, con lo cual sería España quien seleccionaría a los visitantes, recuperando el control del territorio sin efectos negativos para comercio y hostelería y, al mismo tiempo, eliminando la situación de inseguridad jurídica en que a diario se ven nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad en el Tarajal.
Pero, a su vez, la adopción de esta medida tendría a su vez consecuencias sobre otras dos cuestiones importantes: la emigración irregular hacia Europa, y el denominado “comercio atípico”. Las analizaré en próximos artículos, para no extenderme en exceso.
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