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Fidel Raso
Miércoles, 14 de Noviembre de 2018

Bruselas de ida y vuelta

Hay crónicas periodísticas que parecen estar hechas con una plantilla estándar de la profesión y que se usan en ciertas ocasiones. Por su estilo de redacción sirven para alimentar esperanzas y esperas, pero si se abusa del estilo pueden producir un efecto colateral no deseado, como la desazón o la apatía.

 

Prueba de ello pueden ser los viajes de las instituciones políticas, en este caso ceutíes, a Bruselas. Un viaje en el que se sale con ilusión y esperanza, aunque lo importante es  traer algo para la vuelta.

 

Hace ya siete años que parte del ejecutivo ceutí se desplazó a la capital belga para “tratar la singularidad de Ceuta”. Los enviados fueron, aparte del propio presidente de la Ciudad, Juan Vivas, Francisco Márquez (diputado), Guillermo Martínez (consejero de Economía y Hacienda), José Diestro (Procesa) y José María Caminero (interventor de la Ciudad). La agenda no tenía mala pinta: reunión con el vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de Competencia, Joaquín Almunia, también con el entonces embajador de España ante la UE, Luis Planas, y con el secretario general del Partido Popular Europeo, Antonio López. Además, una visita al Parlamento junto a la vocal de la Comisión de Desarrollo Regional del Parlamento Europeo, Rosa Estarás, y otra entrevista más con el vicepresidente del Grupo Popular Europeo, Mayor Oreja.

 

El interés de la visita era “reclamar” la implicación europea para “regenerar el Príncipe”, hacer ver la “singularidad” de Ceuta, disponer de una “representación propia” y “trasladar” a los representantes de la UE la “situación real” de la ciudad. También se iba a “defender” y justificar”  la “necesidad” de que Ceuta obtuviera “un marco estable de apoyo” para “superar” determinadas “singularidades”.

 

En realidad no había ningún problema, al menos en aquel viaje,  ya que el entonces embajador  español (hoy, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación) había señalado a los enviados que conocía “perfectamente” la situación de Ceuta. Lógico si tenemos en cuenta que Planas había sido anteriormente el embajador de España en Marruecos. No se podía tener más suerte. Quizás por ello, y ya a la vuelta, el presidente Vivas dijo que se habían cumplido “satisfactoriamente” los “objetivos planteados”. Cabe suponer que los “objetivos” eran buenos objetivos y de ahí la “satisfacción”. Parece ser que Bruselas siempre te garantiza un buen billete de vuelta.

 

 

La opinión de Ceuta Ahora se refleja únicamente en sus editoriales. La libertad de expresión, la libertad en general, es una máxima de filosofía de este medio que puede compartir o no las opiniones de sus articulistas

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