Desde el ascenso a la Presidencia del Consejo de Ministros de José Luis Rodriguez Zapatero, el PSOE se encuentra sumido en la profunda melancolía de la pérdida de la Arcadia identificada en esta ocasión por la Segunda República, paradigma de las libertades democráticas y ejemplo de la Utopía, del gobierno idílico y perfecto.

Como tal referente melancólico todas aquellas imperfecciones del sistema tienen que ser obviadas y cuando no sea posible, eliminadas de los registros. De ahí la necesidad de una Ley de Memoria Histórica que potencia las claves de la felicidad (es decir, lo que coincide con mi percepción idealizada) mientras que penaliza aquello que contradice, aún con evidencias, que aquello de 1931 al 39 estaba muy lejos de ser perfecto.

El Sr. Sánchez Castejón no sólo se adscribe a esta interpretación fantástica y fantasiosa, si no que parece decidido a repetir la fórmula de febrero de 1936 reeditando el Frente Popular. Claro que es fácil integrarse en los mundos de la fantasía con quienes tiene una percepción igualmente idealizada de un mundo que nunca existió, como son los peneuvistas y los esquerranos, eternos ensoñadores de una fantasía inalcanzada. Aunque a lo peor, en el fondo, es lo que pretenden hacernos creer al resto de los mortales.

Para reeditar la fórmula, al igual que pasó aquél lejano 1936, se ha tenido que amnistiar a uno de los principales cabecillas de la rebelión catalana, ésta vez salvando la cara de la legalidad de la medida, amparándose en una sentencia del Tribunal de la Unión Europea, que –sospechosamente- no ha dudado en contradecirse a sí mismo dejando la puerta abierta para que la Abogacía del Estado blanqueara una excarcelación exprés de alguien condenado con todas las garantías procesales.

Con todo ello ya tenemos los mimbres para poder alcanzar un gobierno de extrema izquierda (ahora lo llaman progresista), que sin haber sido todavía investido ya anda subiendo los impuestos a toda velocidad, retrasando las subidas salariales y de pensiones, y negando el pan y la sal a todas las Autonomías que no coinciden con la versión narcisista de la superioridad moral de la izquierda.

Muchos esperamos que la repetición de la fórmula no lleve a la repetición de los resultados. El Sr. Sánchez Castejón debería recordar que “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”. Superenlo: la Segunda República no fue el Paraíso que pretenden hacernos creer, a pesar de la profunda melancolía del Presidente del Gobierno.

Y una sugerencia, Sr. Presidente. Si los que le han escrito la Historia son los mismos que le han escrito la tesis doctoral, sospeche que hay algo raro.