¿Dónde hemos perdido el Norte?
Dos noticias de este verano me han producido una honda preocupación. La primera es que algunos profesores de Centros educativos estadounidenses han aprovechado el periodo vacacional para entrenarse en el uso de las armas. Las imágenes permitían ver a personas empuñando pistolas, en movimientos tácticos en espacios reducidos y haciendo o simulando el fuego con las mismas.
La segunda noticia es el éxito de ventas para esta “vuelta al cole” de las mochilas antibalas. Los niños bien instruidos, mejor, bien entrenados, sabrán que cuando empiece el tiroteo en el aula deben pegar su espalda a la pared y al mismo tiempo protegerse con la mochila. Claro que para niños de tres años una mochila de tamaño estándar cubrirá mucho más que la misma mochila a un niño de doce.
No estoy de broma, desgraciadamente. Es más, estas noticias me dan que pensar en lo que se están convirtiendo las aulas norteamericanas.
Imagínense, sufridos lectores, que el típico adolescente antisocial penetra en su colegio armado con un fusil de asalto, provisto de varios cargadores. Pega un grito en el pasillo y acto seguido se dedica a vaciarlos sobre sus compañeros. Al final del pasillo, varios profesores desenfundan sus automáticas y replican al fuego. Mientras los alumnos, cogidos entre dos fuegos no sabrán qué bala les hirió: si la del demente o la de sus profesores. Para una de las dos, la mochila no servirá.
Afortunadamente está todo inventado. Y como estamos planteándonos este escenario, lo mejor es dejarse de medias tintas y que el uniforme escolar incluya casco de kevlar y flack-jacket como mínimo. Y en aquéllos Centros en los que se estile el uniforme con corbata, que ésta sea sustituida por una camiseta a rayas tipo spetznazts rusos, con los colores del Instituto obviamente.
Otra de las cosas que podríamos cambiar es el plan de estudios y enseñar a los niños instrucción militar, combate en zonas urbanas, etc. Algo así como menos diccionarios y más balas, como dice la canción de Sabina. Pero claro, los centros escolares dejarían de ser escuelas para convertirse en Centros de Instrucción, lo cual no es útil para nadie.
Ya fuera de los delirios que me produce mi estado de perplejidad, me hago muchas preguntas. La primera es qué tipo de sociedad es la occidental que está llevando a un aumento considerable de la violencia en las aulas de forma que empiezan a intuirse como lugares en los que ha lugar al abuso sobre el débil, o a la exclusión del diferente. O como el lugar donde verter mis frustraciones y hacer pagar a los justos lo que interpreto que han hecho unos pocos pecadores.
Ya sé que se me va a replicar que esto sólo ocurre en los colegios norteamericanos. Y que es consecuencia de la facilidad de acceso a las armas de fuego. Pero lamentablemente estamos viendo que se mimetizan muchos comportamientos debido al extraordinario alcance de los medios de comunicación y de las que al principio llamábamos “autopistas de la información”. Como dice el refrán español: todo se pega, menos la belleza.
Por no hablar de la facilidad de adquisición de armas de fuego que parece estar produciéndose en Ceuta en estos últimos años.
La segunda pregunta es la que encabeza este artículo. ¿En qué punto hemos perdido la referencia? Cuando sigues un sendero y has perdido las marcas, se recomienda regresar al punto donde viste la última para retomar el camino adecuado. Sinceramente, que los profesores lleven armas y los alumnos mochilas antibala no es el camino a seguir.
La opinión de Ceuta Ahora se refleja únicamente en sus editoriales. La libertad de expresión, la libertad en general, es una máxima de filosofía de este medio que puede compartir o no las opiniones de sus articulistas























Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.23