Ella ha elegido la mejor parte
El Evangelio de San Lucas nos cuenta la historia de las hermanas de Lázaro, Marta y María. Marta, la mujer de su tiempo, atareada hasta el estrés tratando de atender a todo el mundo, que todo el mundo quede satisfecho con su trabajo. Se me antoja incluso que esperando al final del acontecimiento social el beneplácito de los asistentes: un “ha estado todo fenomenal; la comida exquisita; el vino fantástico; todo estupendo, como tú sabes hacerlo”.
María, sentada. Escuchando al Maestro. El que dice “sólo una cosa es importante”.
Hoy, ahora, en Ceuta. Mujeres atareadas. En sus trabajos. Tratando de destacar. Finalizando el balance; preparando el modelo 303 del IVA; dejando limpios esos despachos que han estado ocupados durante casi todo el día. En casa, atendiendo el hogar. Buen trabajo. Gracias a todas por lo que hacéis.
Y las “Marías”. Las que han elegido la mejor parte. Sólo que hoy no se llaman María. Hoy se llaman Luigina -vino de Italia-, Gloria (que vino de Portugal, pero tuvo que irse porque el clima de Ceuta le sentaba mal), Carmen y Paloma. Y finalmente Nathalie que vino de Camerún. Todas ellas Hermanitas de Jesús, una fraternidad religiosa heredera de la espiritualidad de Carlos de Foucauld.
Pobres, incluso más que aquéllos a los que atendían. Nunca pidieron nada para sí. Por el contrario, todo lo daban. Sin esperar nada a cambio.
Derrochaban Amor, con mayúsculas. Por todos y cada uno de los que se les cruzaban. La tarea con los inmigrantes del CETI era ejemplar. A todos escuchaban. Se volcaron con las madres y los bebés, para quienes hicieron varias actividades con ayuda de una excelente familia musulmana, Baba y Hafida. Porque Dios reconoce a los suyos aunque se digan cristianos o musulmanes. Con ellos y ellas compartimos la rotura del Ayuno, algo que nunca olvidaré.
A las Hermanitas se les veía ahí donde hay sufrimiento. En el hospital. Muy preocupadas de quienes no tenían a nadie que les acompañara. Ellas eran su familia. También en los domicilios particulares.
Siempre andando. Por esta Ceuta llena de cuestas tan empinadas. Con el agobiante calor de la canícula y con el frío del invierno. Bajo la lluvia. Siempre sonriendo.
Hemos estado con ellas en Oración, en Celebración, en buenos momentos. Hermanas cariñosas y agradecidas.
Se han ido de Ceuta. El pasado día 7 de julio. Sé que les ha costado. Dejan tanto amor como el que han dado. Sólo veo en prensa un homenaje de la Comunidad Musulmana. Supongo que habrá habido otros a puerta cerrada.
Supongo también que nunca han esperado el reconocimiento de nadie. Ya dice el Evangelio que si obtienes el reconocimiento en la tierra no esperes recompensa en el Cielo. Y esta Recompensa es la que ellas han elegido. La mejor parte. La que es importante. Como María de Betania.
Pero yo las echo de menos. Que Dios las bendiga.
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