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Rodrigo Díaz
Martes, 08 de Octubre de 2019

Marruecos asesta golpes económicos a Ceuta sin que las administraciones actúen

Llevamos tiempo comprobando la evolución de la frontera y cómo Marruecos ha empeñado sus esfuerzos en tratar de asfixiar a Ceuta y Melilla sin encontrar ningún tipo de respuesta del Gobierno de la Nación, ni de los autonómicos para buscar estrategias más que suficientes para afrontar con perspectiva una suerte de reconversión que dé salida al sector logístico, de transporte y de distribución de mercancías cuyo destino tenía fundamentalmente Marruecos.

 

Las noticias sobre la posición marroquí al respecto ni son nuevas, ni cogen desprevenidos a los responsables de las instituciones públicas. Sencillamente no hay respuesta. Mientras Marruecos se convierte en un actor protagonista sobre el futuro de Ceuta (ha logrado preñar a la ciudad de sus ciudadanos camuflados con falsas residencias o con apaños de conveniencia favorecidos por el suicidante sistema social español), España no ha respondido de ningún modo más que -no siempre- ofreciendo millones al gobierno autónomo que los recibía con las manos abiertas -favoreciéndose de las circunstancias con las que solicitar esas ayudas- sin más visión que la de la miopía cortoplacista.

 

Ahora, cuando Marruecos afila sus colmillos -aún cuando para ello asuma un grave problema social interno- para tratar de hincarlo en el corazón de la ciudad autónoma (ellos creen que atacando su economía, hunden a la ciudad), los responsables de los gobiernos local y estatal -impávidos- no parecen dar con ninguna salida en defensa de los intereses propios. Es decir, los intereses de empresarios ceutíes y de los trabajadores del sector también ceutíes, que pueden verse gravemente dañados.

 

En el arte de tratar de sacar provecho de las debilidades de España (un Ejecutivo en funciones y sometido a las cuartas elecciones generales en cuatro años, con un futuro interno incierto por la amenaza independista en Cataluña y las presiones rupturistas de formaciones que buscan desestabilizar el orden constitucional), Marruecos ha echado el órdago claramente a una nación a la que -cual prestidigitador- le obnubila con su supuesta capacidad de contención de inmigración y ayuda contra el terrorismo internacional y el narcotráfico mientras que no frena su intención y verdadero interés de controlar Ceuta y Melilla.

 

Los intereses económicos de España en Marruecos, y la defensa de las inversiones españolas en el vecino país, es otro de los panoramas que Madrid tiene muy en cuenta. El "socio fiable", como le denominó el actual ministro del interior en funciones, continúa con su proyecto, sin prisas pero sin pausas.

 

En Ceuta, como en Melilla, el Estado debe intervenir decididamente. No para acallar a los pedigüeños gobiernos autónomos, sino para dar vida a la economía y a los sectores que mueven a sus sociedades. Y si no, que vayan siendo claros.

 

 

La opinión de Ceuta Ahora se refleja únicamente en sus editoriales. La libertad de expresión, la libertad en general, es una máxima de filosofía de este medio que puede compartir o no las opiniones de sus articulistas

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